Madrid, 22 de febrero de 2019. “Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”. Esta frase, atribuida al físico y matemático británico del siglo XIX William Thomson Kelvin, resume y explica perfectamente las necesidades que tiene cualquier oficina de farmacia hoy en día para situarse, por un lado, como un establecimiento sanitario que garantiza la prevención y el cuidado de la salud de los ciudadanos con todas las garantías y, por otro, como un negocio rentable para poder cumplir con ese objetivo sanitario.
Medir, definir, saber desde dónde se parte y hacia dónde se quiere ir es fundamental para lograr los objetivos fijados por la oficina de farmacia para con los pacientes, así como para mejorar su funcionamiento y su rentabilidad dentro de su doble vertiente: la sanitaria y la empresarial. La mejor forma de llevar a cabo la medición del estado de las cosas pasa por realizar auditorías externas que muestren una foto fija de la farmacia en las variadas áreas que le afectan y que ofrezcan soluciones de mejora a raíz de los resultados obtenidos en las mismas.
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